2/2/12

A vueltas con la muerte de una poeta: Szymborska

Si tuviera un hambre voraz por el dinero me hubiera dedicado a la trata de blancas, al ladrillo o, mejor aún, a la política. Pero elegí ser editor y, para más inri, editor independiente. Peor aún: un editor independiente al que no le gustan los devaneos con el andamiaje del poder cultural establecido. Simplemente me dedico a publicar aquellos libros que me (nos) parecen de interés en un momento dado y que se ajustan a los criterios (propios) que tenemos marcados en la editorial. Mea culpa.

Anoche, cuando un sms me llegó en mitad de la gélida noche de un mes de febrero que agotaba su primera jornada para anunciarme la muerte de Wislawa Szymborska, lo único que se me ocurrió fue telefonear a Abel A. Murcia, amigo mutuo (de la premio Nobel y mío), traductor de la poeta al castellano y director del Instituto Cervantes de Cracovia, que está pasando unos días de vacaciones en España, para intercambiar con él unas palabras sobre Szymborska. Lo siento: ni me puse a llamar a todos los periodistas culturales que conozco, ni se me ocurrió anunciar a bombo y platillo que nuestra editorial había sido la que publicó el último libro de la poeta polaca. Me pareció que, en la tristeza del momento, lo que había que hacer era recordar -a modo de homenaje- la entrevista (última, por cierto) que ella concedió a un periódico español (El País, el 10 de noviembre de 2009, en su casa de Cracovia), con motivo de la publicación en nuestro país del libro de poemas Aquí, por Bartleby, y de un libro de textos en prosa editado por Alfabia. Por lo que tenían de premonición, en cierta medida, sus palabras. Una especie de lección de vida. Y así lo subí al Facebook y al blog de la editorial. Nada más. Me parece que una muerte, aunque sea una noticia que haya corrido como la pólvora por todos los servicios de noticias de medio mundo, no es motivo de afinar el olfato. Creo que se puede ser editor y sobrevivir en mitad de la barbarie cultural que nos asola. Ser editor y no morir en el intento.

4 comentarios:

Selva Otero-Pizarro dijo...

Pepo, hace tiempo que no pasaba por AQUÍ. Sólo agradecerte (les) el inmenso disfrute con que nos deleitaste con la Szymborska, y por la modestia con que embistes contra la falta de pudor de los "poderes culturales". Conservo en papel el nº 941 de Babelia junto a "su emoción de la ironía". Y como la poeta dijo "No sé cómo será en otras partes/pero aquí en la Tierra hay bastante de todo..." Ya sabemos cómo eres tú y que "la ignorancia tiene aquí mucho trabajo..."

entrenomadas dijo...

A mí me emociona ver a mi madre y a su club de cultura vecinal (entre todas deben sumar unos mil años, por lo menos) leer a la Szymborska.
Entre tazas de té, las críticas literarias del barrio, pasan las horas comentando su libros.

Es lo que tienen las grandes como Szymborska, que convierten en poesía a sus lectores, lectoras en este caso.

Un saludo,

Marta

Selva Otero-Pizarro dijo...

Marta, me parece precioso lo que cuentas de tu madre y "las lectoras". Ojalá hubiera muchas iniciativas parecidas y, entonces, seríamos todos mucho mejor...o menos peor. Eso es lo que tiene la poesía, además de cultivar a la ciudadanía nos hace más iguales. Y la Zymborska ayuda a derribar prejuicios de toda índole. Un saludo

Selva Otero-Pizarro dijo...

¿Una cosa del azar? Fíjense que los 3 comentarios comienzan con los dígitos 16....¿nos anda mirando desde el éter?

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